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Bruselas

48 horas en Bruselas

La capital belga posee una densa historia, un patrimonio urbano y arquitectónico de primer nivel y una gran actividad cultural.

El blog de Tubillete.com, agencia encuadrada en la División Minorista del grupo Globalia, nos sugiere una breve visita a Bruselas. La capital belga posee una densa historia, un patrimonio urbano y arquitectónico de primer nivel y una gran actividad cultural. Mucha gente la visita por compromisos profesionales, pero eso no significa que no se pueda sacar tiempo para disfrutar de ella. Es más que factible trazar una ruta bastante completa.

Primer día por la mañana: el centro histórico

Ya tienes tu mapa de Bruselas y has conseguido llegar al centro. Perfecto, porque vamos a empezar por la Grande Place y sus aledaños. En medio día, difícilmente podrás entrar en todos los monumentos que jalonan esta ruta…

  • Grand Place. Es la plaza del pueblo de la capital de Bélgica. Estéticamente magnífica, llena de historia y cargada de eventos, en ella destaca ante todo la fachada del Ayuntamiento (el resto, bien armonizado, son casi todo sedes gremiales).
  • Iremos hacia el sur hasta toparnos con el Manneken Pis, y seguiremos en dirección a Sablon/Zavel, barrio señorial y artístico. La plaza Petit Sablon es el epicentro, y podremos acercarnos al parque y palacio Egmont, la Gran Sinagoga…
  • Vamos hasta Mont des Arts, más que nada por las vistas, y seguimos hasta la catedral de San Miguel y Santa Gúdula; nada como un buen pedazo de edificio gótico para recuperar fuerzas…
  • Muy cerquita están las Galerías Saint Hubert, un paradigma de centro comercial cubierto del siglo XIX. En realidad, son tres pasajes plagados de tiendas de gran nivel. Aunque comprar no sea lo tuyo, esto lo tienes que ver en Bruselas.
  • Desde aquí sólo nos queda atravesar la pintoresca rue des Bouchers (una trampa para turistas) y volver, entre la iglesia de San Nicolás y La Bolsa, a la Grand Place, a comer algo. Una mañana entretenida.

Primer día por la tarde: Parque de Bruselas

¿Es que sólo hay uno? No, claro, pero es como se llama el parque central, el más antiguo y monumental de la ciudad (también Parc Royal y Warandepark). Es el clásico parque decimonónico, con sus avenidas, sus arbolados, sus fuentes, esculturas, quioscos… Además de zonas de juego infantiles, claro.

El parque está rodeado de numerosas cosas que ver en Bruselas: el Palacio Real, el Parlamento Federal, el Teatro Real, el Vauxhall… En las cercanías hay muchos otros edificios monumentales (museos y academias, embajadas y consulados), y la Plaza Real, con la Iglesia de Santiago, está a un paso.

El plato fuerte (y de lo mejorcito que ver en Bruselas) sería el Palacio Coudenberg. Hablamos de uno de los palacios más destacados de toda Europa, fundado en el siglo XIII y en funcionamiento hasta el trágico incendio de 1731. Olvidado durante un par de siglos, hoy puede visitarse como un interesantísimo yacimiento arqueológico.

Segundo día por la mañana: Saint Gilles

Ya está bien de monumentos. Hoy nos vamos a uno de los barrios emblemáticos de la ciudad, ese que está repleto de estudiantes y artistas, con un marcado pasado obrero y un presente bohemio todavía más fuerte. Nos vamos a Saint Gilles, justo al sur del centro.

Saint Gilles es el motivo exclusivo de muchos para viajar a Bruselas. Animadísimo, con un urbanismo muy atractivo y tremendamente acogedor, es como un refugio en la gran ciudad. Uno de esos sitios por los que simplemente puedes pasear curioseando, tomar un café y habrás pasado una buena tarde.

Los lugares estrella en el barrio son, sin duda, la casa-museo de Victor Horta (templo del modernismo europeo), el Mercado del Parvis (abierto solamente por la mañana) y la Maison du Peuple (viejo espacio sindical, hoy cafetería-multisala) Uno de los lugares ineludibles que visitar en Bruselas.

Segundo día por la tarde: bajo tierra

¿Buscas algo distinto que ver en Bruselas, que no sea lo de siempre? Lógico, nosotros también. Por eso te proponemos una visita insólita a la cara oculta de la ciudad: su extensa red de alcantarillado.

La red sanitaria bruselense tiene más de cientos kilómetros de longitud, construidos entre 1871 y 1955. Hasta el siglo XIX, además, el río de la ciudad (el Senne o Zenne) zigzagueaba por la parte baja de la ciudad en diversos canales llenos de inmundicias que se desbordaban con frecuencia. Un cuadro. El recubrimiento del Senne fue la obra magna civil del siglo.

El Museé des Égouts nos ofrece la posibilidad de explorar ese inframundo y de conocer muchos detalles acerca del cómo y el porqué de los trabajos realizados. Tanto las exhibiciones como las visitas guiadas son excelentes. Llevar un calzado fuerte o impermeable no está de más.

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