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El diseño biofílico inunda Europa

Amsterdam proyecta un edificio de apartamentos fabricado en madera y según los mandamientos de este estilo arquitectónico caracterizado por su responsabilidad con la naturaleza y el entorno.

¿Cuándo dejamos de lado la naturaleza para sumergirnos por completo el ambiente urbanita de las ciudades? ¿En qué momento nuestro urbanismo responsable mutó en una agresión constante contra el medio? El diseño biofílico inunda Europa y lo hace con la intención de devolver a las urbes todo lo que la evolución les ha quitado.

El diseño biofílico pretende evocar elementos naturales dentro de los complejos arquitectónicos, para de este modo permitirnos reconectar con la naturaleza. El impulsor de esta disciplina, Oliver Heath, alude al estrés y a la velocidad en que vivimos la pérdida del reconocimiento de los beneficios de estar en contacto con la naturaleza.

La naturaleza nos hace sentir bien. Es un hecho objetivamente contrastado. Trasladarnos mentalmente hacia parajes verdes o escapar a ellos un fin de semana nos permite abstraernos del ruido diario. Entonces ¿por qué no incorporarlos a nuestro día a día a través de la arquitectura? No se trata de llenar de plantas la oficina. Va mucho más allá.

Los principios básicos del diseño biofílico

Este modelo arquitectónico se vertebra a través de tres principios básicos: la introducción de elementos de la naturaleza en nuestras construcciones; el empelo de formas de la naturaleza a través del color, de los pavimentos textiles o de los suelos; y por último, creando espacios diferenciados dentro, por ejemplo, de las oficinas, en los que se promueva la creatividad y la imaginación.

Una serie de medidas, sencillas de acometer, para contirbuir a que el ser humano vuelva a sus orígenes. A replantearnos el urbanismo de nuestras ciudades para reconectar con la naturaleza y con esos lugares que tan bien nos hacen sentir.

Amsterdam, punta de lanza del diseño biofílico

Cada vez hay más ejemplos de este tipo de arquitectura. Incluso dentro de España existen ya profesionales que están poniendo manos a la obra. El último ejemplo, y el que podemos utilizar para ilustrar el avance de esta corriente, está en Amsterdam (Holanda).

Se trata de Freebooter, un edificio de apartamentos que apuesta por el diseño biofílico para devolverle a sus habitantes el bienestar a través de sus viviendas. Un proyecto que está siendo liderado por el estudio GG-loop, con base en el país, y diseñado a través de cuatro niveles distribuidos en dos apartamentos dúplex superpuestos.

Diseñado en madera, acero y vídrio, apostando también por la sostenibilidad, este complejo holandés dota a cada estancia de balcón a la calle para conectar rápidamente con el entorno. Inspirado en los modelos de la industria naval, conforman un lugar único dentro de Amsterdam.

Sergio F. Núñez