Aunque no es ningún secreto, el RCD Espanyol confirmará esta tarde en Inglaterra que padece una temporada atípica. Colista en LaLiga, visita al Wolverhampton Wanderers en los dieciseisavos de final de la Europa League, competición en la que ha mostrado una cara bien distinta. Por si alguien dudaba que el único objetivo del club de aquí a junio es la salvación, el entrenador, Abelardo Fernández, ya ha avisado de que su alineación pensará más en el partido del domingo contra el Real Valladolid que en la cita de hoy a las 21.00.
El Espanyol ha viajado hasta Reino Unido de la mano de Globalia Meetings & Events, división especializada de Globalia, que ha gestionado la logística del desplazamiento: vuelos y alojamiento. Un avión blanquiazul con el escudo de la entidad despegó el miércoles de Barcelona y aterrizó cerca de tres horas después en Birmingham, a unos 50 kilómetros del escenario del partido.
El Molineux Stadium es un escenario con mucha más historia de lo que pueda parecer. Inaugurado en 1889, su nombre no dice mucho en este siglo pero a mediados del pasado fue uno de los primeros estadios en instalar luz artificial. Así, los partidos pudieron empezar a jugarse más tarde, algo fundamental para hacer crecer la Copa de Europa. A los ‘Wolves’ no les habría venido mal que la gran competición de clubes naciera un poco antes, pues habría sido una forma de refrendar lo que hasta hoy nos llega casi como una leyenda: en tiempos, fue el mejor equipo de Europa. De hecho, a falta de competiciones oficiales, organizó una serie de amistosos contra equipos extranjeros y venció 4-0 al Spartak de Moscú y 3-2 al Honved de Budapest, remontada incluida. La prensa local, con bastante optimismo, les bautizó como “campeones del mundo”.
Los ‘Wolves’ son un club de honda tradición. Creado en 1877, es uno de los 12 fundadores la liga inglesa, que ha ganado en tres ocasiones (todas ellas en los mencionados años cincuenta). Como el Espanyol, el curso pasado logró in extremis su plaza para Europa al conquistar la séptima plaza. Este año, de momento, es octavo. Vive más desahogado que su rival y puede permitirse más alegrías. El Molineux, tanto tiempo alejado de Europa, quiere vivir una, aunque a la eliminatoria aún le faltarán 90 minutos la semana que viene, en Barcelona.